lunes, 30 de mayo de 2011

Todo cuanto sucede...

Todo cuanto sucede, ocurre en ti,
todo cuanto perdura, habita en ti,
todo cuanto germina, crece en ti,
todo cuanto se mueve, lleva a ti,
toda sombra de sauce,
todo aroma de tilo,
todo sol de la tarde, sabe a ti.
Y a fuerza de saberte,
y a fuerza de nombrarte, le han brotado
claraboyas de mirlos al invierno,
claraboyas de almendros y encinares
en medio del océano,
a fuerza de nombrarte he aprendido
a ciegas tus pupilas,
a ciegas los caudales que desbordan
las playas de tus párpados,
a ciegas el calor de tu sonrisa
y la fruta madura de tus labios,
de tanto imaginarte te imagino
azul, como un ibón, como la cinta
que custodia el candor del primer beso.
Cuando te pienso viento, vienes brisa
cuando te sueño nube, te haces lluvia,
cuando te digo arroyo,
corres ninfa,
cuando te siento mía y sólo mía
-cuando el aire es hoguera, porque el aire
se incendia de tu nombre cuando baja
a escondidas la tarde-
se desnudan de risa las giraldas
y nacen de mi boca, como nace
el trébol de tres hojas,
asombradas la voz y la palabra.
Y a fuerza de quererte y de nombrarte,
y a fuerza de pensarte, ya no logro
conjugar otros verbos que no tengan
los tiempos en futuro de tu tiempo.
Ahora sé que las olas van dejando,
a media noche siempre,
su mejor sinfonía en cada playa,
como sé que escribí
a fuego y luna
mis mejores poemas en la arena
tendida de tu vientre.

0 comentarios: